Cabeza grande y cuerpo pequeño

Siempre digo que G fue un niño cariñoso, y así era, y así es. Siempre ha necesitado el contacto físico y las muestras de cariño para estar feliz. ¿Y quién no? Recuerdo que de bebé ya dormía de un tirón. Eso de que lo despertaran para comer, cada tres horas, no le gustaba nada. De hecho, nunca ha sido muy buen comedor. Él dice que nunca siente hambre.

Hubo una temporada en la que no nos dejaba dormir, no quería sentirse sólo, y tenía que estar cogido de la mano de su padre o de la mía. Llegó un día en que lo hablamos… ¿Cómo solucionamos esto? Habíamos oído algo sobre un método para enseñar a un niño a dormir. Hasta entonces, nos parecía algo salvaje, pero he de reconocer que compramos el libro, lo estudiamos, lo “filtramos”, aplicamos el método durante una semana (con todo el dolor de nuestro corazón), y funcionó. Se acabaron los llantos nocturnos y volvió a dormir bien hasta el día de hoy.

Recuerdo cuando los abuelos venían a buscarlo y se lo llevaban a pasear. Siempre le gustó observar la calle y saludar a la gente. Sonreía a todo el mundo y era tan risueño que todos le respondían. Si alguna vez no tenía respuesta, se sentía dolido y apenado, y preguntaba por qué no le saludaban.

Cómo le gustaba a su abuelo Antonio vestirlo con el traje de los pollitos y pasearlo por el pueblo. Qué felicidad para todos verlo crecer y aprender cada día.

Y qué preocupación cuando se enfermaba… Cuando le subía la fiebre, deliraba y veía imágenes que no existían. Decía ¡Papi! Te veo con la cabeza grande y el cuerpo pequeño.

Autora: annacarrera.com

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