Estos días de cambios políticos, y a propósito de la sesión de investidura del nuevo president de la Generalitat, me han hecho tomar conciencia de que ya llevo vividos unos cuantos…
Uno de los primeros hechos que recuerdo es un acontecimiento de la historia reciente de España. Tengo la fotografía mental de una escalera ancha de varios pisos. Siempre me viene a la memoria el olor a vela del oratorio, y también el olor a comida recalentada, tan característico de los comedores escolares. Subía junto a otras niñas en aquel día del año 81, mes de febrero. De repente supe por alguna de ellas que había ocurrido algo grave. Un coronel había tomado por la fuerza el congreso mientras transcurría la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo. Recuerdo mi gesto, qué postura exacta tenía mi cuerpo, y cómo me detuve en mitad de la escalera. Aquellos comentarios me asustaron… Que si era normal… que si tenía que pasar… que si cuánto han aguantado ya los militares…
Una vez en casa, viendo las noticias, vimos que el conflicto se resolvió, y el intento por suerte resultó fallido. El cómo, aún trae cola. Al cabo de poco tiempo, fui capaz de entender los comentarios de aquéllas niñas y no daba crédito…
Nosotros vivíamos en un barrio humilde. Eran tiempos duros para los jóvenes. La delincuencia y las drogas hacían mella y sus estragos se veían por las calles. En aquel ambiente, el instituto público, y sus alrededores, tenían mucho más que mala fama. Mis padres decidieron que estudiaría bachillerato en un colegio privado. Así que, en aquel momento, comenzó oficialmente mi bachillerato y mi adolescencia.
Otro de los acontecimientos de ese año fue el nacimiento de uno de mis hermanos. Soy 14 años mayor que él. Ése sí que fue un gran regalo. Un niño moreno con los ojos y el pelo negro… Con una sensibilidad y un corazón enormes. G le adora. Guarda sus cartas y sus regalos, y lleva la cuenta atrás cuando viaja a vernos. Ahora tiene una niña increíble, L, tan alegre, y tan artista…
Autora: annacarrera.com
