Capítulo 4. Juan

2002

Aeropuerto. Málaga-Madrid. Voy a buscar los billetes para tenerlos a mano. Espero no haber olvidado nada. Ahora sí que estoy nervioso, y a la vez emocionado. He de hacerlo. Quiero hacerlo. Me lo prometí. Y si algo he aprendido estos últimos años, es que a mí mismo no me puedo fallar.

_ Bueno, Juan, amigo mío… Camino a una nueva vida. Espero que la suerte vaya siempre contigo. Has sido un gran apoyo para muchos de nosotros, y sé que continuarás ayudando allá, tan lejos. Da señales, por favor. Quiero saber de tí, de lo que haces, de lo que aprendes, de lo que comes… Va ser toda una aventura. En serio, eres un gran amigo y no quiero perderte.

­­_ Seguro, Tomás. ¡Cómo vas a perderme, hombre! Si eres un hermano para mí. Cuida de todos, y cuídate tú, por favor. La vida nos conectó en un mal momento… ¡Y míranos ahora! Cometimos errores, y los pagamos. Somos libres, hemos aprendido a aceptarnos, y ahora… ¡Hasta tenemos sueños! Para mí es un orgullo ser tu amigo. Y ya sabes, me tendrás que hacer una visita, ¿eh? Total, estaré a la vuelta de la esquina je, je. Te quiero, hermano. Hasta pronto. Dame un abrazo.

_ Yo también te quiero, amigo. Por supuesto que iré a verte, pero tendrá que ser en verano, que es cuando descansamos los currantes, je, je. Por favor, espero tus noticias. Cuídate mucho.

“Te quiero”. ¿Cuándo había oído yo eso? Nunca, en toda mi vida. Qué suerte la mía haber aprendido por fin a vivir, y a amar… Bueno, y ahora una nueva etapa. Tenía que ser allí, es como si conectara con el punto de partida, donde todo empezó. ¿Y si me encuentro con alguno de los temporeros que nos ayudaban en Pueblo Blanco? Hace ya muchos años… Quizás hasta podría buscar a… No sé, seguro que si me tuvieran delante me dirían cuatro cosas, con todo su derecho. Qué forma teníamos de humillar a esa pobre gente… Eso fue lo que aprendí de mi padre. Y él del suyo, claro.

Ya en Madrid. Tengo un par de horas hasta mi siguiente vuelo. A ver, localizo la puerta, como algo, me compro un buen libro… agua, lavabo, y a volar, Juanico. Ay, madre… si pudieras verme, creo que estarías orgullosa de mí. Te he echado tanto de menos… No sé cómo pude soportar en aquel infierno sin tus palabras de aliento. Aún me sigo preguntando si fue la tristeza lo que te arrancó la vida.

Ahora me toca escribir una nueva historia. Qué poco se va a parecer a la que tenía predestinada. Heredero único de uno de los grandes terratenientes de Almería, y en un instante, lo perdí todo. Todavía lo recuerdo… “homicidio en grado de tentativa, con agravante de abuso de superioridad”. No sé por qué me lo repito tan a menudo. Quizá para no olvidarme de quién era, y reafirmarme en quien soy hoy. Y ella… mi luz, mi alegría. La quise de una forma tan enfermiza, le hice tanto daño… Nunca más supe de Laura, pero aún está en mis sueños.

_ Bienvenidos al Aeropuerto Internacional Blaise Diagne, en Dakar.

Voy a activar el móvil. No sé dónde me esperan.

_ Hola, Juan. Soy Modou. Te confirmo que Omar te recoge en el aeropuerto y te lleva a la Casa de la Estación. Te espera en el café Touba Bakhdad. ¡Bienvenido a Senegal!

Autora: annacarrera.com

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