Disculpe, dra. Cirlot

Una imagen del claustro de la facultad de filología me recuerda lo motivador que era pasa una tarde cualquiera en la universidad. Ver a los amigos, tomar mi té negro con leche, hablar con alumnos de otros países, sentir cómo se van abriendo puertas virtuales en tu ser, y esperar que algún día se conviertan en realidad. Cómo echo de menos ese ámbito intelectual de la lengua y la literatura, que tan conectado está a nuestra parte emocional. Nunca he entendido por qué ese lado emocional es totalmente invisible en el mundo de la informática, donde llevo ya 25 años. Es como si tratar con máquinas nos obligara a comportarnos como ellas.

Recuerdo qué feliz era en las clases de Victoria Cirlot con su libro de arena y su grial, en las de Jesús Tusón, con su visión plural del lenguaje, y en las de Estrella Montolío, con sus todopoderosos conectores lingüísticos. ¡Qué grandes! Pero topé con la informática poco tiempo después. Me apasionó la parte creativa de conceptualización de sistemas, y descubrí que también me daba de comer, así que allí me quedé, profesionalmente, hasta el día de hoy. Y de vez en cuando, sueño con volver, y otras veces, imagino que puedo unirlo todo. Últimamente, necesito cambios, y me pongo a escribir. Supongo que es una forma de escapar.

Sé que Tusón murió hace poco, y acabo de encontrar a Montolío en Twitter. Recuerdo una vez que abordé a Cirlot en el claustro para hacerle una consulta. ¡Disculpe, Dra. Cirlot! Seguro que a ella no la hallaré en las redes sociales. Tan elegante, altiva, distante… muy dama del medievo.

Autora: annacarrera.com

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